Corazon averiado



Estábamos sentado en el sofá y te dije me duele el corazón.

Me miraste y escuchaste mi corazón sonaba mal, como si le faltara algo.

Cogiste la llave de mi corazón para abrirlo y mirar que pasaba, la metiste en la cerradura y al girarla di un grito de dolor, costo un poco pero pudiste abrirlo estaba la cerradura oxidada.

Para calamar mi dolor me distes un precioso beso compuesto por ternura y cariño.

Por fin pudiste abrirlo del todo, estaba muy sucio, había restos de tristeza, pesimismo, fracaso, envida y cosas parecidas, todas malas.

Durante un buen rato lo estuviste limpiando, con tu pañuelo empapado de lagrimas de amor y felicidad, hasta dejarlo limpio y reluciente.

Aprovechaste para depositar amor, felicidad, cariño, bondad, sinceridad y toda clase de sentimientos buenos, pues estaban casi a cero.

Y por eso funcionaba mal pues las cosas malas lo estaban oxidando para estropearlo y que no se pudiera reparar.

Al volver a cerrarlo te distes cuenta que la clave de acceso estaba desactivada, la activaste con las palabras más hermosas que tenias me dijistes las claves eran “tu eres la razón de mi vida” y “sin ti no soy nada”.

Te pregunte por qué tantas medidas de seguridad, me dijiste para que la maldad no pueda entra en tu débil corazón y lo destruya pues ahora estas muy vulnerable.

Después terminaste de cerrarlo con la llave, pero antes lo engrasaste para que no me doliera al cerrarlo, con lubricante muy especial que se llama amor, ternura y pasión.

Una vez todo cerrado me distes otro precioso beso de ternura, amor y comprensión.

Me abrazaste para que los medicamentos del amor hicieran mejor efecto, me quede dormido en tus brazo, mientras se cerraban las heridas producidas por la maldad.